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jueves, 22 de noviembre de 2012

Cine a la intemperie



La Muestra de Cine Europeo Ciudad de Segovia ha incluido en su selección algunos ejemplos de lo que se empieza a denominar como Cine a la Intemperie. Una corriente cinematográfica a la que la industria española parece (forzosamente) encaminada.

Sin el apoyo financiero de unos organismos oficiales a dos velas y un sector en total remodelación, los nuevos cineastas patrios han tenido que acogerse a las maneras del Notodofilmfest y rodar con métodos de guerrillero. A saber, escaso presupuesto, cámaras y medios digitales, pocas localizaciones y un equipo técnico y artístico casi espontáneo; amén de la todopoderosa Red como medio de financiación, promoción y (sorpresa) distribución.

Lo cierto es que estás privaciones prometen una revolución en continente y contenidos para una cinematografía (la nuestra) que suele llegar a destiempo a las tendencias más arriesgadas.

En el año 2010, Juan Cavestany estrenó de forma intermitente (como el Guadiana)  Dispongo de barcos, un intuitivo proyecto rodado en fines de semana. Tras él, vinieron muchos. Con el minutado desarrollo de El Cosmonauta, se empezó a conocer el término crowdfunding. El actor Paco León hizo tambalearse al sistema tradicional de distribución con Carmina o Revienta, una picaresca exaltación familiar. Del sur procede también El mundo es nuestro, de Alfonso Sánchez, afortunadísima traslación a la gran pantalla de un fenómeno de Internet. Y habrá más ejemplos, hasta cineastas encumbrados se plantean tomar ese camino.

El certamen segoviano ha conseguido traerse a una ciudad de provincias (y, sólo este tipo de iniciativas lo permite) películas como las últimas de David Trueba y Nacho Vigalondo, que aunque con presupuestos mucho más holgados, siguen la dinámica del cine low cost. Ambos cineastas han echado mano a la RedOne de sus colegas y han filmado Madrid 1987 y Extraterrestre. A falta de ver las intimidades de María Valverde y José Sacristán en la película de Trueba, decir que con Extraterrestre, Vigalondo ha dado otra vuelta de tuerca a la principal constante de su obra: el derrumbe masculino (y este concepto puede entenderse en más de un sentido).

La última película del director cántabro es menos afortunada que sus anteriores piezas, todo hay que decirlo, pero cuenta con un reparto inspiradísimo y chanante y un original cruce de géneros que, de hecho, no lo es tanto. El nave nodriza suspendida sobre Madrid no es más que una excusa para examinar a los tres pretendientes que orbitan alrededor de una estupenda Michelle Jenner. Primero un vecino puerilmente obsesionado por un amor que no puede alcanzar (el berrinche que se lleva, vía pelotas de tenis, es antológico). Después un novio/Rambo que no sabe lo que tiene y decide abandonarlo para salvar el mundo. Y, entre medias, un ligue de una noche, atribulado y manipulador, que deberá ordenar todo el esperpento.

El Muces también ha proyectado la mayor obra de este cine casi desguarnecido de subvenciones: Diamond Flash. El debut del dibujante Carlos Vermut va más allá de visionario. Hipnótica, femenina y maravillosamente incomprensible, este destello de diamante (entre Lynch, Tarantino y Almodóvar) está llamado a convertirse en el Arrebato de una nueva generación de espectadores. Pese a ser una historia de mujeres (atención a Angela Boix y Eva Llorach), cabe señalar la intervención del cómico Miguel Noguera y el speech radiofónico que se marca Raúl Minchinela (aka Dr. Repronto).